por
Miguel Etchandy
(publicado en Revista 'Bebidas & Cía' / edición Febrero)
Las
uvas se transforman en vino en forma espontánea. Naturalmente si
dejamos racimos de uvas en un recipiente, con el correr de los días,
del contacto del jugo de las uvas, con las levaduras presentes en las
propias cáscaras de las uvas, ése jugo realiza una fermentación
alcohólica, por la cual se transforma en vino.
Así
de sencilla es la elaboración del vino. De hecho por definición el
vino es exactamente lo que acabamos de describir: “el jugo
fermentado de las uvas”.
Tan
sencilla es la elaboración del vino, que el surgimiento del vino
como bebida no registra un inventor, ya sea persona, grupo o cultura.
Si no que lo más probable es que el vino, haya surgiido de forma
natural y espontánea. Los primeros hallazgos arqueológicos con que
se cuenta datan de alrededor del 6.000AC en Asia Central, en la zona
de lo que hoy es Irán.
En
los 8.000 años que han transcurrido desde que se conoce que el vino,
acompaña al hombre, pocos han sido los adelantos alcanzados en su
elaboración, los más importantes: la introducción de la tecnología
para el control de la temperatura de fermentación, el desarrollo de
levaduras específicas, el conocimiento de las cepas, y los
conocimientos en cuanto a la crianza del vino. Pero teniendo en
cuenta los milenios que han pasado, es muy poco lo que ha variado la
elaboración. La industria continúa hoy, en el camino de preservar
al vino como bebida natural, con la mínima manipulación posible.
Es
bueno entonces recordar ésto último, para tener en cuenta cuando se
ubica al vino en forma genérica dentro de los alcoholes, el vino es
una bebida de baja graduación alcohólica (no más de 15 grados),
producto de la fermentación de una fruta como es la uva. Que ha
sido utilizada por el hombre desde hace 8 milenios. Y que antes como
ahora, lo que influye sí, es la forma de su consumo. Ya los griegos
alertaban de los peligros de los excesos en el consumo del vino, cosa
que hoy predican todos los involucrados en la difusión de la cultura
del vino. El consumo moderado y los beneficios que brinda a la salud,
cuando se bebe en dosis controladas (una o dos copas por comida).
En
ésto si se ha dado una transformación desde que se bebe vino, y es
que hoy lo hacemos, no para embriagarnos (como seguramente se hacía
en el pasado), si no por el mero disfrute de la bebida misma. Y así
seguirá siendo.
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