por Miguel Etchandy
publicado en Magazine 'Bebidas & Cía' (edición Enero 2014)
Vinos Jóvenes son aquellos elaborados
para beberse rápidamente. Es decir diseñados, para consumirse una
vez terminada su vinificación, o pocos años después. Tanto tintos,
rosados, como blancos, pueden tener este estilo. Se trata de vinos
que no tienen un pasaje por barrica de roble, de ahí su carácter
fresco y frutado.
En oposición a este estilo de vinos se
encuentran los Vinos de Crianza. Término genérico que tal como su
nombre lo indica, se atribuye a vinos que son elaborados y pensados
para la crianza, o la guarda. Es decir, son vinos, a los que, una vez
elaborados, se les suma una crianza en barrica de roble, que puede ir
de unos pocos meses, hasta 24 meses o más, y luego suelen continuar
su crianza en botella, antes de ser comercializados, para que en esta
fase se pulan, se limen algunas aristas que le confiere la crianza en
madera, y continúen su evolución. Algunos de los casos más
emblemáticos, de este tipo de vinos, son por ejemplo los vinos de
denominaciones reconocidas como Bordeaux o Bourgogne (Francia).
Buenos ejemplos de vinos que pueden conservarse durante varias
decenas de años, cuando provienen de buenas añadas. Lo curioso de
estos vinos, es que al contrario de los vinos jóvenes, son vinos que
en los primeros años, no se recomiendan consumir, ya que todo su
potencial se podrá manifestar a partir de los primero 8 años, como
sucede con los vinos bordeleses.
Generalmente cuando se habla de vinos
de crianza, se piensa en vinos tintos, aunque también blancos y
rosados pueden serlo . Existen algunos blancos con vinificaciones
especiales como los vinos de botrytis, vinos de cosecha tardía,
pasificados y vinos fortificados (como oportos, jerez, marsala) que
son vinos de larga crianza, es decir que son vinos que se conservan
durante muchos años, y mejoran inlusive.
Respecto a la denominación de vinos
crianza, cabe señalar que algunos países, como Argentina, España y
de la comunidad europea, cuentan con normativas que distinguen los
vinos por la cantidad de tiempo de guarda. Denominándose Vinos
Crianza a la categoría de vinos que cuentan con menor tiempo de
guarda, con crianza en madera de 6 a 12 meses.
Según esta misma normativa no
respetada en todo el universo vitivinícola, los vinos llamados Gran
Reserva, son aquellos que tienen al menos 2 años de crianza en
barricas de madera, y otro tanto de crianza en botella. En Uruguay,
no existen normas, ni fiscalización que aseguren este hecho. Son las
propias bodegas que aplican el término en sus etiquetas. Por eso es
conveniente leer en las contraetiquetas, el tiempo de crianza, de un
vino que sea catalogado como tal.
Por supuesto que también, la
utilización del término Gran Reserva, implica o incluye que se
trate de las mejores uvas del viñedo, de una añada muy especial,
para que amerite el tiempo que el vino tiene de guarda. Solo los
caldos de máxima calidad y provenientes de buenas añadas, pueden
soportar la crianza y mejorar con el paso del tiempo.
Nuestro país, tiene una historia muy
joven en este sentido, es decir que tiene una corta tradición, en la
elaboración de vinos Gran Reserva. Aunque hoy el grupo de bodegas
más selectas de Uruguay, tienen al menos un vino, o más de uno, así
catalogados, que son siempre los vinos icono de cada bodega.
Cabe señalar finalmente que tanto los
vinos jóvenes, de crianza o gran reserva, pueden ser varietales o de
corte, es decir que incluyan una sola variedad o más de una. Y por
supuesto subrayar que no implica que un vino por el hecho de tener
mayor crianza, sea mejor que otro que no la tiene. Si es cierto que
los vinos que tienen crianza en madera, son más complejos, y
desarrollan aromas y sabores, provenientes de la crianza en madera,
que indudablemente no poseerán los vinos jóvenes. Pero eso no
significa que un vino sea mejor que otro. Simplemente son vinos
diferentes, para situaciones y momentos distintos.
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