por Miguel Etchandy
publicado en Magazine 'Bebidas & Cía' (edición Febrero 2014)
Cuál es la diferencia
entre ambos defectos o posibles defectos, que podemos encontrar en el
aspecto visual de un vino ya embotellado, es la interrogante que
amerita este artículo.
El aspecto de todo vino se
compone por el color del vino y su apariencia. Y es la apariencia del
vino la que se ve afectada, tanto por la turbidez como por los
depósitos. No necesariamente el color del vino.
La turbidez, que se puede
presentar en todos los vinos, pero que es más claramente visible en
vinos blancos y rosados. Se trata de un defecto que afecta la
composición del vino, se pueden visualizar partículas de tamaño
considerable, algunas veces de forma filamentosa, que hacen perder la nitidez y transparencia del mismo, seguramente afectado por la oxidación, o la larga exposición a la
luz y el calor, y en algunos casos puede deberse también a un
problema de tipo bacterial. En cualquier caso, este defecto hace que
el vino no sea apetecible, ya que evidentemente la fase visual nos
condiciona, nos mal predispone y nos hace pensar que hay algo en ese
vino que no transmite un aspecto sano y saludable. Evidentemente
además de la pérdida de nitidez y brillo, (características éstas
resaltables de la apariencia de todo vino), la turbidez implica
además una clara pérdida de aromas y sabores del vino.
Ahora bien, los depósitos,
son pequeñísimos residuos sólidos, en general provenientes de las
propias uvas, que pueden contener algunos vinos que han sido
sometidos a una crianza de muchos años en botella. Éstos depósitos,
si bien puede no ser agradable encontrarlos en la copa,
no necesariamente implican un defecto en los vinos. Por el contrario
los depósitos, son sustancias sólidas que concentran sustancias muy ricas en
sabor y antioxidantes.
Existe además otro caso
de vinos que pueden contener depósitos, y generalmente aparece la
advertencia de ello en las contraetiquetas, diciendo que el vino no ha
sido filtrado, buscando la menor manipulación del mismo. Esto se debe
a que el proceso de filtrado puede ser un proceso muy agresivo para
el vino, por eso algunos elaboradores prefieren que sus productos sean
envasados de la forma más natural posible.
Sea cual sea la causa de
formación de los depósitos, hay que tener en cuenta como se dijo
anteriormente, que no son sustancias perjudiciales, que afecten el
sabor, o la calidad del vino. En todo caso, solamente puede resultar
molesto beberlos, pero ese detalle es perfectamente solucionable con
el trasvasado del vino a un decantador, y luego sí beberlo tranquilamente.
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