por Miguel Etchandy
(publicado en Revista Bebidas & Cía/ Edición Diciembre 2015)
(publicado en Revista Bebidas & Cía/ Edición Diciembre 2015)
Tamaña
temática la elegida por la dirección de la revista en esta última
edición del 2015.
La
verdad que si tuviera la lámpara de Aladino, y pudiera elegir
cualquier persona del planeta para un momento único, es algo que
jamás había pensado. Pero sin dudas, la persona que elegiría
sería, alguien con la suficiente sensibilidad para comprender,
interpretar, describir y por supuesto disfrutar de un momento de
placer, más allá de la bebida, del lugar y la situación.
Alguien
que pueda disfrutar de lo más infimo, así fuera la mejor o no de
las bebidas posibles, y el lugar ideal o no. Eso poco importaría lo
que si cuenta es la sensibilidad, la
sinceridad que demuestra la mirada, y la conversación por supuesto.
Algo que se aprende en los años trabajando con vinos es a empatizar,
a encontrar afinidad con quien se comparte el gusto.
A
esa persona no le pondría nombre, ni sexo, edad, nacionalidad,
credo, raza, nivel cultural, social, económico, o condición de
ningún tipo. Tampoco sería una persona ficticia, se trataría de
las muchas personas que cuentan con esa característica y afinidad
común. No sería necesariamente un profesional o experto, ni
siquiera un entendido, simplemente alguien que en el acierto o en el
error pueda tener la capacidad de sentir, de conmoverse.
Respecto
a la bebida, bueno sin duda, preferiría un vino añejo, un vino que
guarde secretos y encantos a descubrir, con colores, aromas, sabores
y sensaciones a revelar, que nos interpele, que nos haga dudar, que
nos interrogue, nos ponga a prueba, emocione, que nos 'remueva la
tripa' y nos lleve hasta lugares inimaginados, desconocidos y
placenteros.
También en este caso, no dejo de pensar que la bebida o el
motivo poco importan; y aunque como apasionado del vino disfrutaría
al máximo de un gran vino; y por deformación profesional no dejo
de pensar en el placer que puede provocar un gran Champagne cuvée, o
un antiquísimo Porto o Cognac. Aunque en realidad, lo mismo sería si
se tratara del vino más simple e ignoto, o de la bebida también
menos glamorosa que pueda existir. Si lo que cuenta por sobretodo, es
la compañía y el entendimiento, por qué no? hasta un buen mate, o
una simple taza de té o café, puede llenar ese espacio.
El
lugar. Vivir un momento así requiere además de la compañía y la
bebida, de un ambiente especial, y en ese caso, son muchos los
escenarios ideales para llevar a cabo esta situación imaginaria,
desde recintos intimos y hogareños, como un living con estufa a leña
en invierno, un jardín reverdecido en un noche calurosa de verano,
sitios como un pequeño restaurante o bistrot, por qué no una
terraza de un bar frente a una plaza o al mar, o en un viaje donde
seguramente las emociones afloren.
En
definitiva, en cualquier escenario, y sin importar la compañía y
la bebida, sin dudas disfrutaría igualmente, si el elemento común
son las ganas de pasar un buen momento, y la bebida sirve de excusa
para cumplir con ese trivial objetivo.
Por
eso vayan mis saludos, en este final del 2015, y mejores deseos para
todos aquellos que conservan y comparten esa capacidad de emocionarse
y sorprenderse frente a la desnudez a que nos expone una copa de una
buena bebida y la compañía elegida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario